El Paquete Económico de 2026 aprobado por el Senado mexicano el 29 de octubre incrementó del 30 % al 50 % el impuesto aplicado a los ingresos totales de juegos y apuestas en México (no el GGR), un golpe duro para algunos pero que también dará impulso a la modernización del sector.
Esta medida afecta tanto a los casinos físicos como a las plataformas en línea y
ha generado preocupación a nivel internacional sobre el futuro del iGaming en México.
Sin embargo, el nuevo esquema fiscal, que entra en vigor el 1 de enero, no supone el fin de la industria, sino una profunda transformación que puede fortalecerla a largo plazo.
A las ventas de plataformas digitales se les aplicará una retención de hasta un 10,5%. También se fortalecerá al Servicio de Administración Tributaria (SAT) que tendrá facultad para solicitar a plataformas digitales información de usuarios en tiempo real, lo que ha sido calificado como “ley espía” pero que el gobierno defiende como herramienta contra la evasión fiscal.
El sector presencial es el más vulnerable, ya que los casinos físicos deben afrontar altos costes fijos, como los relacionados con el personal, el mantenimiento, las licencias locales y la seguridad. Su margen operativo es reducido y su capacidad de reacción, limitada.
El incremento del 50 % en los impuestos podría provocar el cierre o la fusión de
establecimientos, especialmente en regiones donde la rentabilidad ya era reducida. No
obstante, también se abre la puerta a la reconversión del modelo de negocio: muchos
establecimientos podrían evolucionar hacia espacios híbridos que integren apuestas
deportivas, terminales digitales y experiencias de entretenimiento más tecnológicas.
Operadores de apuestas digitales
Por otro lado, los operadores en línea muestran una resiliencia diferente. Aunque se
enfrentan a la misma tasa del 50 %, su estructura digital les confiere una ventaja
estratégica. Con costes variables, licencias virtuales y herramientas de análisis de datos,
pueden ajustar precios, promociones y campañas en tiempo real, lo que les permite
optimizar su rentabilidad incluso bajo una mayor presión fiscal.
Su cumplimiento normativo se basa en la trazabilidad digital, la identificación del cliente
(KYC) y la lucha contra el blanqueo de capitales (AML) automatizadas, lo que refuerza la
transparencia y reduce el riesgo operativo. Además, su capacidad para escalar sin
necesidad de infraestructura física convierte a este segmento en el mejor posicionado
para adaptarse y consolidarse en el nuevo entorno.

En pocas palabras:
1) Los casinos físicos son los más afectados y deberán innovar para sobrevivir.
2) Los operadores en línea enfrentan el reto con agilidad y tecnología como sus mejores aliados.
3) El mercado en su conjunto avanza hacia la profesionalización y la consolidación de los actores más sólidos.
El nuevo marco fiscal también amplía las obligaciones de cumplimiento. Por primera vez,
las empresas B2C y B2B internacionales deberán contar con representación fiscal en
México y presentar informes en tiempo real. El objetivo es eliminar la competencia
informal y nivelar el terreno de juego entre operadores regulados y no regulados.
El resultado será un proceso de depuración natural. Es posible que los actores pequeños
o informales salgan del mercado, mientras que los operadores consolidados, que pueden
invertir en tecnología, cumplimiento y eficiencia, se quedarán con una mayor cuota del
mercado. A medio plazo, México podría pasar de un escenario fragmentado a otro más concentrado y profesional, lo que suele atraer inversión internacional y aumentar la confianza del consumidor.
¿Por qué permanecer en México?
México sigue siendo el mercado de juegos más grande de América Latina, con más de 12
millones de jugadores activos y una adopción digital superior al 40 % desde 2020. A pesar
del nuevo impuesto, el tamaño del mercado, su creciente conectividad y el interés
regulatorio lo mantienen como una plaza estratégica para el iGaming global.
Salir del país por el aumento del impuesto supondría ceder terreno en un mercado que se
está profesionalizando. Aunque una mayor fiscalización puede reducir márgenes, también
genera un entorno más confiable, competitivo y atractivo para los operadores serios y
responsables.
La visión de futuro
A corto plazo, el sector tendrá que hacer frente a ajustes y consolidaciones. Sin embargo,
a medio plazo, el efecto puede ser positivo: una industria más tecnológica, transparente y
sostenible.
El aumento de impuestos dará un impulso de modernización que incentivará la
digitalización y eliminará gradualmente a los operadores menos eficientes.
Quienes integren inteligencia artificial, aprendizaje automático y automatización en sus
procesos de marketing, gestión de bonos y fidelización de usuarios no solo resistirán, sino
que ganarán cuota de mercado.

El nuevo entorno fiscal no debilita a México, lo redefine. Los impuestos más altos suponen un desafío, pero también un impulso hacia una industria más profesional. Los casinos físicos deberán reinventarse, los operadores en línea aprovecharán su agilidad y el mercado saldrá fortalecido.
México no perderá terreno. Está sentando las bases de un ecosistema de juego más sólido, digital y sostenible para la próxima década.









