Reforma fiscal en México preocupa al sector del juego


El Paque­te Económi­co de 2026, pre­sen­ta­do recien­te­mente por el Gob­ier­no de Méx­i­co, incluye una prop­ues­ta que podría redefinir el futuro de la indus­tria del juego en el país: aumen­tar del 30 % al 50 % el Impuesto Espe­cial sobre Pro­duc­ción y Ser­vi­cios (IEPS) aplic­a­ble a casi­nos, apues­tas deporti­vas y sor­te­os.

Si se lle­va a cabo, este cam­bio supon­dría un incre­men­to del 66,7 % en la car­ga fis­cal direc­ta sobre el ingre­so bru­to del juego (GGR). Esta medi­da no solo ha sus­ci­ta­do inqui­etudes en el sec­tor, sino que tam­bién ha abier­to un debate más amplio sobre la com­pet­i­tivi­dad, la sosteni­bil­i­dad y el papel del juego en la economía mex­i­cana.

Para quienes no están famil­iar­iza­dos con el sis­tema fis­cal mex­i­cano, vale la pena explicar que el IEPS es un impuesto fed­er­al que se apli­ca a cier­tos pro­duc­tos y ser­vi­cios con­sid­er­a­dos de impacto social, como el taba­co, las bebidas azu­caradas, los com­bustibles y tam­bién los jue­gos con apues­tas. No se tra­ta de un impuesto exclu­si­vo del sec­tor del juego, sino de un mecan­is­mo que el Esta­do uti­liza para recau­dar fon­dos y des­ti­nar­los a pro­gra­mas públi­cos, espe­cial­mente en mate­ria de salud y pre­ven­ción.

Méx­i­co es uno de los mer­ca­dos más grandes de Lati­noaméri­ca en mate­ria de entreten­imien­to con apues­tas. Según los datos del Insti­tu­to Nacional de Estadís­ti­ca y Geografía (INEGI), organ­is­mo públi­co que recopi­la y pub­li­ca infor­ma­ción ofi­cial sobre la economía y la demografía del país, en 2025 el sec­tor de los casi­nos y los sor­te­os gen­eró más de 42 200 mil­lones de pesos en ingre­sos.

Esta cifra refle­ja el peso económi­co del sec­tor, pero tam­bién su poten­cial de crec­imien­to. En las unidades que oper­an tan­to en el canal pres­en­cial como en línea, el 87 % de los ingre­sos provi­no del ámbito dig­i­tal, lo que indi­ca un pro­ce­so acel­er­a­do de tran­si­ción hacia el juego en línea. Este dinamis­mo se apoya en una alta pen­e­tración tec­nológ­i­ca: más del 81 % de la población mex­i­cana uti­liza inter­net y cuen­ta con un telé­fono inteligente, lo que con­vierte al país en un ter­reno fér­til para la expan­sión dig­i­tal.

Vis­to des­de fuera, Méx­i­co sigue la ten­den­cia glob­al de aplicar impuestos más estric­tos al sec­tor del juego. Sin embar­go, no es sen­cil­lo com­para­r­lo con otros país­es, ya que cada mer­ca­do tiene reglas y for­mas dis­tin­tas de cal­cu­lar sus car­gas fis­cales.

Car­ga fis­cal enci­ma del 60%

Mien­tras que en muchos lugares la tasa se con­cen­tra en un úni­co impuesto cen­tral, en Méx­i­co el esque­ma es acu­mu­la­ti­vo. A los gravámenes fed­erales, como el IEPS, se añaden impuestos estatales y munic­i­pales, además del Impuesto sobre la Renta (ISR) y diver­sas con­tribu­ciones sociales. En la prác­ti­ca, esta com­bi­nación puede ele­var la car­ga total por enci­ma del 60 %, lo que hace que el entorno fis­cal sea más exi­gente de lo que podría pare­cer a primera vista.

El impacto económi­co de esta prop­ues­ta, de apro­barse, podría notarse en var­ios aspec­tos. En primer lugar, está la cuestión del empleo. Los casi­nos físi­cos de Méx­i­co no solo gen­er­an miles de puestos de tra­ba­jo direc­tos, sino que tam­bién sus­ten­tan cade­nas de val­or que incluyen el tur­is­mo, la hostel­ería, el trans­porte y el entreten­imien­to. Un incre­men­to sig­ni­fica­ti­vo de los costes oper­a­tivos podría obligar a los oper­adores a recon­sid­er­ar el tamaño de su plan­til­la o la via­bil­i­dad de algu­nas de sus opera­ciones, lo que ten­dría efec­tos sobre las comu­nidades locales que depen­den de esta activi­dad.

En segun­do lugar, está la cuestión de la inver­sión. La incer­tidum­bre fis­cal suele lle­var a las empre­sas a adop­tar una pos­tu­ra más cautelosa en cuan­to a inver­siones se refiere. Esto podría tra­ducirse en la poster­gación de proyec­tos de expan­sión, ren­o­vación de equipos o nuevas inver­siones en infraestruc­tura.

Por últi­mo, está el desafío de la com­pet­i­tivi­dad. Se esti­ma que alrede­dor del 60 % de las platafor­mas de juego en línea que oper­an en Méx­i­co lo hacen sin licen­cia. Si la car­ga sobre los oper­adores reg­u­la­dos aumen­ta, la difer­en­cia con respec­to a los no autor­iza­dos podría ampli­arse, lo que afec­taría tan­to a la base de ingre­sos del Esta­do como a la pro­tec­ción de los con­sum­i­dores.

Algunos ejec­u­tivos han atribui­do el aumen­to impos­i­ti­vo a los drás­ti­cos arance­les apli­ca­dos por el Pres­i­dente Don­ald Trump, pero el incre­men­to viene den­tro de una refor­ma trib­u­taria prop­ues­ta en el paque­te económi­co para 2026 del gob­ier­no mex­i­cano.

El obje­ti­vo del Gob­ier­no es incre­men­tar la recau­dación, pero la expe­ri­en­cia inter­na­cional mues­tra que más impuestos no siem­pre se tra­ducen en más ingre­sos netos. Si la activi­dad for­mal dis­min­uye y aumen­ta la ofer­ta ile­gal, el efec­to com­bi­na­do puede resul­tar en una menor recau­dación del ISR, de las cuo­tas patronales y de las con­tribu­ciones locales, además de afec­tar a impuestos vin­cu­la­dos al con­sumo, como el IVA del sec­tor turís­ti­co y de los ser­vi­cios aso­ci­a­dos a la operación de casi­nos. En este sen­ti­do, el reto no es úni­ca­mente fis­cal, sino de sosteni­bil­i­dad a largo pla­zo.

La prop­ues­ta de aumen­tar el IEPS al 50 % debe enten­der­se como un momen­to clave para replantear la relación entre el Esta­do y la indus­tria. Méx­i­co no pierde atrac­ti­vo como mer­ca­do, sino que sigue ofre­cien­do vol­u­men, dig­i­tal­ización acel­er­a­da y un eco­sis­tema fér­til para la inno­vación tec­nológ­i­ca. El desafío con­siste en con­stru­ir un mar­co que garan­tice una con­tribu­ción fis­cal sól­i­da y un entorno com­pet­i­ti­vo para oper­adores respon­s­ables sin fre­nar estas opor­tu­nidades.

Rosa Ochoa

Con un diál­o­go infor­ma­do y una visión estratég­i­ca, Méx­i­co puede trans­for­mar esta prop­ues­ta en una opor­tu­nidad para con­sol­i­dar un sec­tor más robus­to, sostenible y atrac­ti­vo para la inver­sión inter­na­cional. Lejos de ser solo un debate sobre por­centa­jes, se tra­ta de definir cómo la indus­tria del juego puede seguir generan­do empleo, inno­vación y desar­rol­lo económi­co en ben­efi­cio del país y de la región.

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