El ecosistema mexicano de las apuestas deportivas se ha convertido en uno de los más diversos y sofisticados de América Latina. A diferencia de lo que ocurre en mercados como Brasil, Argentina o Ecuador, donde el fútbol concentra hasta el 90 % de la actividad, en México el consumo es mucho más plural. En este país, las grandes ligas estadounidenses (la NFL, la MLB, la NBA y, en menor medida, la NHL) gozan de una popularidad que trasciende generaciones, regiones y clases sociales.
Esta preferencia no es casual, sino que responde a una combinación de proximidad cultural, exposición mediática y poder adquisitivo. Según el estudio «Mexico Gaming Market Analysis 2025», cerca del 40 % de los apostantes digitales mexicanos realiza apuestas en al menos un deporte estadounidense cada temporada, y los aficionados a la NFL generan hasta 2,5 veces más ingresos promedio por usuario (ARPU) que los centrados exclusivamente en el fútbol.
Cultura, medios y digitalización
La influencia cultural de Estados Unidos ha moldeado el imaginario deportivo mexicano durante décadas. Equipos como los Dallas Cowboys, los San Francisco 49ers, los Los Ángeles Lakers o los New York Yankees se convirtieron en marcas familiares en los hogares mexicanos desde la década de los ochenta, cuando las transmisiones en abierto de la NFL los domingos o las finales de la NBA llegaban a millones de espectadores.

Hoy en día, esa conexión se ha amplificado gracias a la digitalización. Las plataformas de streaming, las redes sociales y las casas de apuestas con contenido en español permiten una experiencia más inmersiva, interactiva y personalizada. De hecho, según el mismo estudio, más del 80 % de los usuarios mexicanos accede a las plataformas de apuestas desde el teléfono móvil y el 60 % de las operaciones totales corresponden a las apuestas in-play (en tiempo real), particularmente en los partidos de la NFL y la NBA.
Este fenómeno también está impulsado por la demografía. México es un país joven: el 50 % de la población tiene menos de 30 años y este grupo es el que antes adopta los productos digitales y de entretenimiento. Este público consume estadísticas, ligas de fantasía y transmisiones interactivas, integrando la apuesta como una extensión de la experiencia deportiva.
Los usuarios de alto valor son el nuevo perfil del apostador: los apostantes ligados a las ligas estadounidenses no solo son más fieles, sino también más rentables y sofisticados. Tienden a apostar cantidades mayores, utilizar más de una plataforma y participar en diferentes verticales (deportes, casino, ligas de fantasía y juegos de habilidad). Este comportamiento multivertical convierte a México en un laboratorio ideal para estrategias de venta cruzada que integren casino y sportsbook.
Desde el Super Bowl hasta la Serie Mundial
Una de las manifestaciones más tangibles de esta dinámica se observa en la vinculación de marcas deportivas con operadores en México. Por ejemplo, la franquicia de la NFL San Francisco 49ers firmó una alianza con Foliatti Casino —una marca mexicana con más de 15 años en el mercado— para convertirse en su «Socio Oficial de Casinos» en México. La colaboración va más allá del mero patrocinio e incluye activaciones para aficionados mexicanos, fiestas para ver los partidos y contenido localizado.

Para un operador internacional, esto sirve de ejemplo claro de adaptación: localización del contenido en español, activaciones puntuales alineadas con eventos clave (playoffs de la NFL, finales de la NBA y la serie mundial de la MLB) y sinergia de marca para generar engagement deportivo y de apuestas.
Un mercado maduro y estratégico
México no solo destaca por su volumen: su mercado de apuestas deportivas ya supera los $US1.500 millones anuales y mantiene una tasa de crecimiento superior al 12 % interanual. Dentro de este universo, el segmento vinculado a los deportes estadounidenses es uno de los que más crece, impulsado por su integración en la cultura digital y por un público dispuesto a gastar más en entretenimiento.

Este comportamiento revela la madurez del consumidor mexicano, capaz de moverse entre diferentes productos y plataformas con un alto grado de conocimiento y fidelidad. A diferencia de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, donde el juego en línea aún se percibe como una novedad, en México se está consolidando como parte del ocio cotidiano, con una regulación en evolución y una creciente aceptación social.
El auge de los deportes estadounidenses en México es mucho más que una moda pasajera. Supone una transformación estructural del ecosistema de las apuestas, en el que confluyen cultura, tecnología y poder adquisitivo.









