Play’n GO insta a una respuesta unida para combatir el juego ilegal


El juego ile­gal es una ame­naza glob­al y sin fron­teras que corre el ries­go de deshac­er el pro­gre­so alcan­za­do por el sec­tor reg­u­la­do, argu­men­ta Paresh Rughani, direc­tor de Cumplim­ien­to de Play’n GO .

Si bien los oper­adores con licen­cia invierten fuerte­mente en la pro­tec­ción y el cumplim­ien­to de los jugadores, los sitios ile­gales a menudo oper­an sin con­trol y des­de juris­dic­ciones fuera del alcance legal de los reg­u­ladores.

Y este mer­ca­do clan­des­ti­no rep­re­sen­ta una ame­naza may­or para la indus­tria del iGam­ing y del juego en gen­er­al de lo que muchos están dis­puestos a admi­tir. Pero tam­bién es un desafío que podemos afrontar, cree Paresh.

Con expe­ri­en­cia tan­to en el sec­tor públi­co como en el pri­va­do, inclu­i­dos 15 años en la Comisión de Con­trol del Juego de Alder­ney, organ­is­mo reg­u­lador de las Islas del Canal, en este artícu­lo invi­ta­do Paresh com­parte sus amplios conocimien­tos sobre cómo podemos con­traat­acar y mues­tra por qué com­bat­ir el juego ile­gal requiere la colab­o­ración de toda la indus­tria, no com­pla­cen­cia.

Sec­tor Som­bra

Ha sido una déca­da notable para la indus­tria del juego en línea. 

Los mer­ca­dos reg­u­la­dos han madu­ra­do, han surgi­do nuevas tec­nologías y las medi­das de juego respon­s­able han mejo­ra­do sig­ni­fica­ti­va­mente. 

Pero detrás de esta his­to­ria de éxi­to se esconde una ame­naza que muchos se nie­gan a recono­cer y que podría socavar todo lo que hemos tra­ba­ja­do tan duro para lograr en este tiem­po.

Me refiero a la pres­en­cia per­sis­tente de un sec­tor clan­des­ti­no de jue­gos de azar ile­gales, grande, próspero y a menudo sin fron­teras.

Mien­tras que los oper­adores reg­u­la­dos invierten mil­lones en cumplim­ien­to, pro­tec­ción del cliente y con­tribu­ciones fis­cales, los sitios ile­gales se salen con la suya ofre­cien­do jue­gos de azar sin licen­cia y sin reg­u­lación a los con­sum­i­dores con poca o ningu­na super­visión. 

No ofre­cen límites de depósi­to ni mecan­is­mos de sus­pen­sión de pagos. No siguen los pro­to­co­los de pre­ven­ción del blan­queo de cap­i­tales. No pagan impuestos. Y, quizás lo más pre­ocu­pante, cada vez lo ocul­tan mejor.

Los oper­adores sin licen­cia explotan lagu­nas legales y pun­tos cie­gos juris­dic­cionales, estable­cién­dose a menudo en ter­ri­to­rios donde las autori­dades tienen poder lim­i­ta­do para actu­ar. 

Los inten­tos de blo­quear estos sitios, ya sea medi­ante lis­tas negras o restric­ciones de provee­dores de ser­vi­cios de inter­net (ISP), sue­len verse super­a­dos por solu­ciones tec­nológ­i­cas bási­cas, como las VPN. El alcance del reg­u­lador ter­mi­na en la fron­tera, pero el de estas her­ramien­tas no.

El daño va mucho más allá de la pér­di­da de ingre­sos fis­cales, aunque esto por sí solo es alar­mante. No es exager­a­do decir que los gob­ier­nos de los mer­ca­dos reg­u­la­dos de todo el mun­do pier­den miles de mil­lones al año a causa del sec­tor sin licen­cia.

Una pre­ocu­pación aún may­or es el daño a la rep­utación que sufre toda nues­tra indus­tria como resul­ta­do. Cuan­do un con­sum­i­dor tiene una mala expe­ri­en­cia con un sitio web off­shore, a menudo no dis­tingue entre sitios reg­u­la­dos y no reg­u­la­dos. Es la indus­tria en su con­jun­to la que sufre.

Cam­bian­do el juego

Parte del prob­le­ma rad­i­ca en la edu­cación. Muchos con­sum­i­dores sim­ple­mente no se dan cuen­ta de que están usan­do sitios ile­gales. Estas platafor­mas sue­len imi­tar la apari­en­cia de oper­adores reg­u­la­dos, cre­an­do una fal­sa sen­sación de legit­im­i­dad.

No hay ningu­na adver­ten­cia legal que advier­ta al jugador de que está fuera de la ley. No hay ven­tanas emer­gentes que ofrez­can her­ramien­tas de juego respon­s­able. No hay garan­tía de que los depósi­tos sean seguros ni de que las dis­putas se ges­tio­nen de for­ma jus­ta. Los jugadores solo se dan cuen­ta de la difer­en­cia cuan­do ya es demasi­a­do tarde.

Al mis­mo tiem­po, debe­mos ser hon­estos acer­ca de cómo la propia reg­u­lación puede a veces, sin inten­ción, empu­jar a los jugadores hacia estos sitios.

Se habla mucho de la lla­ma­da canal­ización cuan­do se reg­u­lan nuevos mer­ca­dos. Diría que algunos temores han sido algo infun­da­dos, pero no negue­mos que algunos jugadores se sien­ten frustra­dos por la ver­i­fi­cación de iden­ti­dad, los límites de depósi­to y las demor­as en los retiros. 

Si el mer­ca­do legal se vuelve demasi­a­do rígi­do, corre el ries­go de perder ter­reno frente a mar­cas que ofre­cen menos restric­ciones y may­ores bonifi­ca­ciones.

Para con­trar­restar esto, nece­si­ta­mos una reg­u­lación más inteligente, no sólo más estric­ta. 

Se deben dis­eñar mar­cos que hagan que el mer­ca­do legal sea com­pet­i­ti­vo, tan­to en tér­mi­nos de seguri­dad como de expe­ri­en­cia del usuario. 

Cier­ta­mente no esta­mos sugirien­do reducir las pro­tec­ciones de los jugadores, pero a menudo puede haber for­mas de brindar­las de una man­era que sea menos intru­si­va, lo que sig­nifi­ca que es más prob­a­ble que el jugador se quede en lugar de bus­car alter­na­ti­vas en el extran­jero.

Si quer­e­mos ganar esta lucha, debe­mos ofre­cer un pro­duc­to supe­ri­or.

Un enfoque colab­o­ra­ti­vo

No existe una solu­ción mila­grosa en este caso, pero me gus­taría ver una may­or coor­di­nación juris­dic­cional entre el gob­ier­no, los reg­u­ladores, los oper­adores, los provee­dores de pagos e inclu­so los ISP.

Este es un prob­le­ma glob­al que no se puede resolver indi­vid­ual­mente. Nece­si­ta­mos una respues­ta uni­da e inter­na­cional. 

Me refiero a una may­or coop­eración trans­fron­ter­i­za, bases de datos com­par­tidas de actores mali­ciosos y her­ramien­tas legales más sól­i­das para perseguir a quienes con­tinúan soca­van­do el sec­tor reg­u­la­do des­de el extran­jero.

La tec­nología tam­bién debe desem­peñar su papel. Me encan­taría que los reg­u­ladores otor­garan a los oper­adores legales may­or autori­dad para colab­o­rar con las autori­dades a fin de iden­ti­ficar y des­man­te­lar a los actores mali­ciosos. Todos com­par­ti­mos el obje­ti­vo de un entorno de juego más limpio y seguro, y los oper­adores reg­u­la­dos sue­len estar bien posi­ciona­dos para con­tribuir a ello.

Lo más impor­tante es que la indus­tria debe asumir la respon­s­abil­i­dad del prob­le­ma. No podemos señalar con el dedo y esper­ar a que alguien más actúe. La inte­gri­dad de nue­stro sec­tor está en juego, y es nues­tra respon­s­abil­i­dad colec­ti­va actu­ar.

Los oper­adores que quier­an seguir existien­do den­tro de cin­co o diez años no pueden per­mi­tirse igno­rar el mer­ca­do ile­gal. Si no somos parte de la solu­ción, somos parte del prob­le­ma.

En Play’n GO, nues­tra pos­tu­ra es clara. Apoy­amos una reg­u­lación sól­i­da y jus­ta. Solo sum­in­is­tramos nue­stros jue­gos a oper­adores con licen­cia. Y creemos en la sosteni­bil­i­dad a largo pla­zo por enci­ma de las ganan­cias a cor­to pla­zo. Debe­mos aplicar esta mis­ma men­tal­i­dad a nues­tra lucha con­tra el juego ile­gal.

Esta indus­tria ha demostra­do que puede evolu­cionar, adap­tarse y lid­er­ar. 

Aho­ra, debe hac­er lo mis­mo nue­va­mente o corre el ries­go de perder todo lo que hemos tra­ba­ja­do tan duro para con­stru­ir.

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