Codere Argentina hace una jugada maestra de marketing en pleno Superclásico


El domin­go pasa­do, el fút­bol argenti­no vivió una nue­va edi­ción del Super­clási­co, ese par­tido que par­al­iza al país y enciende pasiones. Riv­er Plate ven­ció 2–1 a Boca Juniors en un due­lo car­ga­do de emo­ción, pero tam­bién fue el esce­nario per­fec­to para que Codere, patroci­nador prin­ci­pal del con­jun­to mil­lonario, desple­gara una estrate­gia de mar­ket­ing que dio que hablar.

¿Cómo estar en la mente de todos sin ser inva­si­vo? Codere Argenti­na lo resolvió con una cam­paña bril­lante que com­binó tim­ing y sutileza. Antes, durante y después del par­tido, la mar­ca supo jugar su pro­pio par­tido y, a juz­gar por los resul­ta­dos, lo ganó con con­tun­den­cia.

La pre­via fue sim­ple pero efec­ti­va: sor­teo de cin­co camise­tas ofi­ciales de Riv­er Plate a través de X (antes Twit­ter). ¿La mecáni­ca? Nada de pedir seguir cuen­tas o eti­que­tar ami­gos, basta­ba con dar “me gus­ta” o hac­er retweet. El resul­ta­do fue fenom­e­nal: 4.700 comen­tar­ios, 2.400 retweets y más de 11.000 likes, alcan­zan­do a más de 84.000 usuar­ios. Todo esto, con una prop­ues­ta direc­ta que conec­tó de for­ma orgáni­ca con la comu­nidad river­platense.

Pero la magia no ter­minó ahí. El mar­ket­ing de Codere se entre­lazó con la his­to­ria: Riv­er ganó el clási­co con un gol mem­o­rable de Fran­co Mas­tan­tuono, la joven prome­sa que empieza a escribir su leyen­da. Ese tan­to, repeti­do una y otra vez en redes y medios, lle­va en la ima­gen la camise­ta que luce el logo de Codere, gra­ban­do la mar­ca en la reti­na de mil­lones de hin­chas.

Riv­er, como de cos­tum­bre, jugó a esta­dio lleno, y Codere supo cap­i­talizar ese fanatismo que no conoce de gris­es. Viene con­struyen­do des­de hace sem­anas una relación cer­cana con los hin­chas, sorte­an­do pro­duc­tos ofi­ciales, generan­do comu­nidad y dejan­do claro que entiende el pul­so del fút­bol argenti­no.

¿Y qué pasó con las camise­tas? Una ganado­ra se llevó las cin­co, incluyen­do una fir­ma­da por todo el plantel. Un pre­mio que, jun­to con la vic­to­ria en el clási­co, quedará para siem­pre en su memo­ria.

Codere no solo fue tes­ti­go del Super­clási­co. Lo jugó, lo vivió y, de algu­na for­ma, tam­bién lo ganó.

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