Transformación de casinos de Honduras en motor de turismo


La indus­tria del juego hon­dureña tiene una his­to­ria rel­a­ti­va­mente reciente en com­para­ción con otros mer­ca­dos de Améri­ca Lati­na, pero en pocas décadas ha logra­do con­sol­i­darse como parte del entreten­imien­to for­mal y de la economía nacional, expandién­dose a los cen­tros turís­ti­cos.

Los primeros casi­nos aparecieron hacia finales de la déca­da de 1970 y prin­ci­p­ios de la de 1980 en Tegu­ci­gal­pa y San Pedro Sula, ciu­dades que con­cen­tra­ban la activi­dad económi­ca y turís­ti­ca.

En sus comien­zos, estos lugares esta­ban aso­ci­a­dos a hospeda­jes y cen­tros de esparcimien­to, con una evi­dente inten­ción de atraer a tur­is­tas forá­neos y a las clases más adin­er­adas de la población local. En aquel tiem­po, el pasatiem­po con­sti­tuía una dis­trac­ción exclu­si­va, con­sid­er­a­da como una extrav­a­gan­cia fuera del alcance de la may­oría de la gente.

Un caso emblemáti­co fue la aper­tu­ra del Casi­no Copán, en San Pedro Sula, a prin­ci­p­ios de los años ochen­ta. Más que un sim­ple recin­to de apues­tas, se con­vir­tió en un pun­to de ref­er­en­cia region­al. Tenían jue­gos de mesa, máquinas trag­a­monedas y un ambi­ente de lujo que no se veía en el país, y así atraían a jugadores hon­dureños y a gente de país­es veci­nos.

El éxi­to que obtu­vo fue el comien­zo de una nue­va época de crec­imien­to y reconocimien­to, lo que gen­eró un impacto sig­ni­fica­ti­vo en el ámbito pro­fe­sion­al y social.

Expan­sión y primeras reg­u­la­ciones

A medi­da que la indus­tria crecía, el Gob­ier­no hon­dureño comen­zó a inter­venir para ordenar y super­vis­ar el sec­tor. En la déca­da de 1990, se establecieron mar­cos reg­u­la­to­rios que exigían licen­cias para oper­ar y la obligación de pagar impuestos especí­fi­cos. Estos pasos fueron fun­da­men­tales para for­malizar la indus­tria, reducir los espa­cios de operación ile­gal y ofre­cer may­or seguri­dad a los inver­sores.

Fue en esos años cuan­do los casi­nos empezaron a expandirse más allá de las dos prin­ci­pales ciu­dades, lle­gan­do a des­ti­nos turís­ti­cos como La Cei­ba, Roatán y Tela. Estos enclaves, cono­ci­dos por su atrac­ti­vo nat­ur­al y su conex­ión con el Caribe, ofrecían la com­bi­nación per­fec­ta de tur­is­mo y entreten­imien­to.

El casi­no dejó de con­sid­er­arse un espa­cio urbano de élite para inte­grarse como parte de la ofer­ta turís­ti­ca de Hon­duras.

Desafíos en un entorno cam­biante

El ini­cio del nue­vo mile­nio tra­jo con­si­go impor­tantes retos. La inse­guri­dad y las cri­sis económi­cas afec­taron a la activi­dad de var­ios establec­imien­tos, algunos de los cuales no lograron man­ten­erse. Sin embar­go, el sec­tor supo adap­tarse y sobre­vivir gra­cias a su capaci­dad para diver­si­ficar la ofer­ta y mod­ern­izar la expe­ri­en­cia del jugador. La incor­po­ración de nuevas tec­nologías resultó clave.

La expe­ri­en­cia y la seguri­dad de los clientes se vio mejo­ra­da por la imple­mentación de máquinas trag­a­monedas elec­tróni­cas y sis­temas de videovig­i­lan­cia. Al mis­mo tiem­po, algunos casi­nos comen­zaron a orga­ni­zar tor­neos de pók­er, espec­tácu­los y noches temáti­cas, lo que amplió su atrac­ti­vo más allá del juego tradi­cional. Este pro­ce­so no solo atra­jo a un públi­co más joven, sino que tam­bién per­mi­tió a los oper­adores ofre­cer una expe­ri­en­cia más com­ple­ta y com­pet­i­ti­va.

Casi­nos frente al mun­do dig­i­tal

En la actu­al­i­dad, los casi­nos de Hon­duras siguen tenien­do un papel impor­tante en el sec­tor del entreten­imien­to y el tur­is­mo. Aunque no alcan­zan la escala de mer­ca­dos como Méx­i­co o Panamá, su papel es sig­ni­fica­ti­vo en tér­mi­nos de gen­eración de empleo y recau­dación. No obstante, el panora­ma actu­al plantea un desafío inevitable: la com­pe­ten­cia con el juego en línea.

Las platafor­mas dig­i­tales ofre­cen como­di­dad y acce­so des­de cualquier lugar, lo que resul­ta muy atrac­ti­vo para las nuevas gen­era­ciones de jugadores. No obstante, los casi­nos físi­cos siguen desta­can­do por algo que ningu­na apli­cación puede replicar: la expe­ri­en­cia social, el ambi­ente y el entreten­imien­to pres­en­cial. La clave para el futuro con­siste en encon­trar for­mas de com­bi­nar ambos mun­dos y explo­rar mod­e­los híbri­dos en los que la tec­nología refuerce la expe­ri­en­cia físi­ca en lugar de susti­tuir­la.

Necesi­dad de una visión com­par­ti­da

De cara al futuro, la indus­tria hon­dureña del juego deberá avan­zar en dos direc­ciones claras. Por un lado, deberá inte­grar con may­or fuerza la tec­nología, ya sea medi­ante inno­va­ciones en las salas de juego, pro­gra­mas de fidel­i­dad dig­i­tales o estrate­gias de mar­ket­ing omni­canal. Por otro lado, deberá tra­ba­jar en con­jun­to con el Esta­do para mod­ern­izar la reg­u­lación.

Rosa Ochoa

Las leyes de la déca­da de los noven­ta resul­tan insu­fi­cientes frente a fenó­menos como el iGam­ing, la pub­li­ci­dad en platafor­mas dig­i­tales y la pro­tec­ción del con­sum­i­dor en entornos vir­tuales. El con­cep­to de juego respon­s­able será cada vez más deter­mi­nante. Las políti­cas de autoex­clusión, los límites con­fig­urables y las cam­pañas de con­cien­ciación real­is­tas no solo pro­te­gen a los usuar­ios, sino que tam­bién for­t­ale­cen la ima­gen de la indus­tria ante la sociedad.

Sin este com­po­nente, cualquier crec­imien­to podría verse com­pro­meti­do por fal­ta de legit­im­i­dad públi­ca.

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