
Desde las aplicaciones y las plataformas de aprendizaje hasta el mundo en rápida evolución de los juegos en línea, la gamificación se ha convertido en una herramienta vital en la participación digital, escribe Lauren Harrison.
Pero, ¿qué es lo que realmente motiva a la gente a seguir jugando y regresando?
Para explorar la psicología detrás de la gamificación, invitamos al veterano de la industria de iGaming Suren Khachatryan a unirse a nosotros en el sofá de iGF para una inmersión profunda y exclusiva en lo que motiva a los jugadores.
Con más de una década de experiencia liderando el sector del iGaming, Suren actualmente ocupa el cargo de Director General Adjunto de Gamingtec. Además, no es nuevo en la alta dirección, ya que también ha ocupado puestos de responsabilidad en Technamin, Digitain y BetConstruct.
Esta entrevista es una lectura esencial para todos en la industria, ya sea que se especialicen en retención, estén interesados en la experiencia del consumidor o trabajen en diseño de juegos.
Únase a iGF mientras Suren comparte su conocimiento experto sobre la motivación de los jugadores, las estrategias de fidelización y la gamificación.
Últimamente oímos mucho hablar de gamificación. Pero ¿qué significa realmente?
En esencia, la gamificación es el uso de elementos similares a los de un juego, como puntos, insignias, recompensas y desafíos, en entornos no lúdicos.
“Si bien es común en aplicaciones y plataformas de aprendizaje, es especialmente poderoso en iGaming.
“Pero se trata de más que simplemente entregar premios; se trata de aprovechar la psicología de la motivación humana para mantener a los usuarios interesados”.
Entonces, ¿por qué la gente sigue jugando los mismos juegos o volviendo a los casinos?
La gamificación explora por qué estamos motivados en primer lugar. Hay dos tipos de motivación: intrínseca y extrínseca.
La motivación intrínseca es nuestro deseo interno de hacer algo porque es divertido o satisfactorio. La motivación extrínseca, en cambio, se basa en recompensas externas como clasificaciones, logros o bonificaciones.
“Los juegos exitosos combinan ambas cosas.
“Pueden atraer a los jugadores con recompensas llamativas, pero es mejor conservarlos porque la experiencia en sí es agradable”.
¿Existe alguna teoría científica que explique este comportamiento?
Absolutamente. Un modelo ampliamente reconocido, la Teoría de la Autodeterminación, desarrollado por los psicólogos Edward Deci y Richard Ryan, explora cómo se motivan las personas.
Según esta teoría, para que alguien se sienta comprometido y motivado se deben satisfacer tres necesidades psicológicas: autonomía, competencia y relación.
“Cuando un juego o sistema satisface los tres, hace más que entretener: crea una satisfacción psicológica significativa”.
¿Puedes darnos ejemplos de cómo los juegos respaldan esas necesidades?
¿Conoces esa sensación de tener el control sobre tus decisiones? Eso es autonomía. En la gamificación, esto podría significar permitir a los jugadores elegir su propio camino, personalizar sus avatares o decidir qué desafíos afrontar.
La competencia se trata de sentirse eficaz y capaz. Esto a menudo se logra subiendo de nivel, recibiendo retroalimentación o dominando tareas complejas.
Finalmente, la conexión es el sentimiento de conexión con los demás. Las funciones multijugador, las comunidades dentro del juego o incluso compartir el progreso en una tabla de clasificación pueden satisfacer esta necesidad al reforzar el sentido de pertenencia.
¿Existen “trucos” psicológicos que utilizan los juegos para mantener a los jugadores enganchados?
“Sí, y muchos se basan en cómo funciona el sistema de recompensa del cerebro.
Uno de los factores clave aquí es la dopamina, una sustancia química del cerebro asociada con el placer y el refuerzo. Los juegos suelen liberar dopamina al ofrecer recompensas o crear imprevisibilidad, lo que aumenta la participación.
Juegos como las tablas de clasificación, las clasificaciones o la competición multijugador aprovechan esta tendencia. Crean un entorno donde la validación social, el estatus y el sentido de pertenencia se convierten en parte de la experiencia.
Además, con el auge de la realidad virtual y aumentada, vemos que cada vez más personas forman … Otra técnica común es usar los cuasi accidentes cuando los jugadores están cerca de ganar, pero no lo consiguen. Esto crea una sensación de estar “muy cerca” y aumenta el deseo de volver a intentarlo.
También existe la aversión a la pérdida. La gente tiende a esforzarse más por evitar perder algo que por ganar algo nuevo. Por eso, cuando los juegos les recuerdan a los jugadores el progreso que podrían perder, como una racha, una bonificación o una medalla, puede ser un poderoso incentivo para seguir adelante.
¿Cómo se traducen estas estrategias en hábitos o compromiso a largo plazo?
La gamificación utiliza los principios del condicionamiento operante. Me refiero a un concepto conductual en el que las recompensas moldean nuestras acciones. Muchos juegos utilizan programas de proporción variable, lo que significa que las recompensas aparecen aleatoriamente. Esta imprevisibilidad nos impulsa a seguir jugando, al igual que las máquinas tragamonedas.
Los sistemas gamificados también desencadenan el llamado FOMO (miedo a perderse algo). Las recompensas con plazos limitados, las ofertas limitadas o los eventos de temporada incitan a los usuarios a iniciar sesión con frecuencia o a perderse algo.
¿Qué papel juega el “flujo” en la gamificación?
El flow es un estado de inmersión profunda donde los jugadores pierden la noción del tiempo gracias a la gran atracción que ofrece la actividad. Se da cuando el desafío y la habilidad están en perfecto equilibrio. Ni demasiado fácil ni demasiado difícil.
Los sistemas gamificados buscan mantener este estado ofreciendo la dosis justa de desafío, retroalimentación y progresión. Cuando los jugadores están en sintonía, están completamente concentrados y es mucho menos probable que se desconecten.
¿Qué hay del aspecto social de la gamificación? ¿Qué importancia tiene?
“La influencia social es un componente enorme.
Los humanos somos criaturas sociales y, por naturaleza, nos comparamos con los demás. Presenta un fuerte apego emocional a su identidad en el juego. Los jugadores que han dedicado tiempo a crear un avatar o a conseguir un título suelen sentir orgullo y pertenencia, lo que aumenta su probabilidad de seguir jugando.
¿Debemos ser cautelosos con la gamificación? ¿Puede ser demasiado poderosa?
Definitivamente. Si bien la gamificación puede ser una herramienta positiva, impulsando el aprendizaje, la motivación y la retención, también puede ser mal utilizada.
Los sistemas que explotan los desencadenantes psicológicos sin ofrecer un valor real pueden conducir a conductas compulsivas. Por eso es fundamental comprender cómo funciona la gamificación.
Cuando se hace éticamente, mejora la experiencia del usuario. Cuando se hace de forma manipuladora, se vuelve problemático.
¿Tienes alguna reflexión final sobre por qué seguimos jugando?
La gamificación responde a nuestras necesidades psicológicas fundamentales. Nos proporciona objetivos que perseguir, habilidades que dominar y comunidades a las que unirnos. Nos hace sentir capaces, en control y conectados. Y cuando todo esto se integra en una experiencia bien diseñada, se vuelve irresistible.
“La próxima vez que te sientas tentado por una insignia, un bono o una oferta por tiempo limitado, recuerda que hay una ciencia poderosa detrás de ello”.
Nota del editor:
Descifrar la psicología detrás de la gamificación (y por qué es un motor tan poderoso) es crucial para los operadores que aprovechan esta estrategia.
Según Suren, la motivación es la base de la gamificación: tanto la intrínseca, que crea una experiencia gratificante, como la extrínseca, donde las recompensas impulsan el compromiso continuo.
Según explica, la gamificación apela a poderosas necesidades psicológicas de autonomía, competencia y relación, al tiempo que emplea técnicas comprobadas que impulsan la dopamina, como recompensas, efectos de casi accidentes, inclusión social y aversión a la pérdida, para brindar experiencias de juego satisfactorias y significativas.
Pero también nos recuerda que esta influyente herramienta puede usarse tanto para bien como para mal. Impulsa la interacción y mejora la lealtad. Sin embargo, si se malinterpreta, también puede fomentar el juego compulsivo y negativo.