Casinos en Brasil: mucho ruido y pocas nueces

Después de meses de dom­i­nar los tit­u­lares de los medios de juego, parece que la muy pro­mo­ciona­da aceptación de Brasil de legalizar las apues­tas en todas las platafor­mas está per­di­en­do fuerza.

El gigante sudamer­i­cano for­mal­mente legal­izó las apues­tas deporti­vas con gran alarde a prin­ci­p­ios de año, y parecía que el juego de casi­no en el mun­do real esta­ba a pun­to de seguir­le.

Pero esta sem­ana los planes para avan­zar con el Proyec­to de Ley 2,234/2022, que pre­tende revis­ar el mar­co de juego minorista de la nación, fueron aban­don­a­dos ante la aparente indifer­en­cia de los leg­is­ladores sen­a­to­ri­ales de Brasil.

La prop­ues­ta fue reti­ra­da tem­po­ral­mente de la agen­da del Sena­do, porque, sen­cil­la­mente, no había sufi­cientes leg­is­ladores intere­sa­dos en apare­cer para debatir­la.

No había sufi­cientes senadores pre­sentes para con­sti­tuir un quórum legal.

“Ten­emos ocho o nueve senadores que están fuera de Brasil en mandatos espe­ciales, y hablé con todos ellos”, explicó el Pres­i­dente del Sena­do, Davi Alcolum­bre.

“Ten­emos senadores en el extran­jero, que han declar­a­do clara­mente su apoyo a este proyec­to de ley, y tam­bién ten­emos senadores en el extran­jero que están en con­tra”, le dijo Alcolum­bre a los medios brasileños.

El Sen­a­tor Ira­já Abreu, prin­ci­pal apoy­ador de la ver­sión actu­al del proyec­to, acep­tó la reti­ra­da por aho­ra del proyec­to para per­mi­tir más debate.

Antic­ua­do

El proyec­to de ley pro­pone una revisión com­ple­ta de las antic­uadas, o inex­is­tentes, leyes de juego de Brasil en relación con los casi­nos minoris­tas, car­reras de cabal­los, salas de juego y bin­go y los jue­gos de ras­ca y gana “jogo do bicho”.

Intro­duce la posi­bil­i­dad de com­ple­jos inte­gra­dos de casi­nos en des­ti­nos turís­ti­cos favoritos, salas de bin­go munic­i­pales y vende­dores acred­i­ta­dos de jue­gos instan­tá­neos para cada 700,000 res­i­dentes en esta nación de 212 mil­lones de per­sonas.

Las licen­cias de operación ten­drían un cos­to mín­i­mo de R$10 mil­lones de reales (BRL) (aprox­i­mada­mente $1,8 mil­lones de dólares), depen­di­en­do del tamaño de la empre­sa, y serían vál­i­das por 25 años.

Con la leg­is­lación para la legal­ización de casi­nos ter­restres prop­ues­ta por primera vez a medi­a­dos de la déca­da de 1990, el esta­do brasileño ha tar­da­do unos 30 años en lle­gar a este últi­mo impasse.

El Proyec­to de Ley 2,234/2022 pro­pone un impuesto del 20 por cien­to sobre todas las ganan­cias por enci­ma de los R$10.000 reales (aprox­i­mada­mente $1.800 dólares).

Los defen­sores del proyec­to de ley de casi­nos dicen que la nue­va leg­is­lación, que incluye medi­das estric­tas con­tra el lava­do de dinero y de pro­tec­ción social, podría gener­ar alrede­dor de R$100.000 mil­lones de reales (aprox­i­mada­mente $18.000 mil­lones de dólares) y crear alrede­dor de 1,5 mil­lones de empleos.

Pero tam­bién enfrenta una fuerte oposi­ción de con­ser­vadores reli­giosos y par­tidos políti­cos de todo el espec­tro ide­ológi­co.

Y por el momen­to, en medio de esta incer­tidum­bre, el sueño del juego inte­gral en Brasil sigue sien­do solo una ráfa­ga de tan­to aire caliente.

Foto: El “Cassi­no Hotel Qui­tand­in­ha” o Pala­cio Qui­tand­in­ha era el hotel casi­no más grande de Lati­noaméri­ca cuan­do fue con­stru­i­do en Petrópo­lis en la déca­da de 1940, pero el juego fue pro­hibido poco después en Brasil en 1946.

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