Apuestas en Guatemala: del juego tradicional a la era digital


Las prác­ti­cas de juego infor­mal, que van des­de loterías caseras has­ta apues­tas en even­tos deportivos locales, for­man parte del teji­do social de Guatemala des­de hace décadas, pero no fue has­ta medi­a­dos de los años noven­ta cuan­do el Esta­do decidió reg­u­lar el sec­tor, recono­cien­do su poten­cial como fuente de ingre­sos fis­cales y motor económi­co.

En 1995 se pro­mul­gó la Ley de Casi­nos y Jue­gos de Azar (Decre­to 9–95), que estable­ció por primera vez un mar­co legal especí­fi­co para la operación de casi­nos, salas de juego y establec­imien­tos de apues­tas. Uno de los cam­bios más impor­tantes que intro­du­jo esta ley fue la creación de la Super­in­ten­den­cia de Admin­is­tración Trib­u­taria (SAT), enti­dad respon­s­able de super­vis­ar la indus­tria y garan­ti­zar la recau­dación de los impuestos gen­er­a­dos por estas activi­dades.

Crec­imien­to de la indus­tria

Aunque Guatemala no figu­ra entre los mer­ca­dos más grandes de la región, la indus­tria del juego de apues­tas ha exper­i­men­ta­do un crec­imien­to sostenido. Según la SAT, en 2022 los ingre­sos fis­cales super­aron los 100 mil­lones de quet­za­les (alrede­dor de $13 mil­lones de dólares), lo que supu­so un aumen­to con­sid­er­able con respec­to a años ante­ri­ores.

El mer­ca­do guatemal­te­co se com­pone prin­ci­pal­mente de casi­nos físi­cos y salas de juego que ofre­cen trag­a­monedas y jue­gos de mesa tradi­cionales como la rule­ta o el pók­er. A este esce­nar­iose han suma­do platafor­mas de apues­tas en línea, lo que ha aña­di­do un nue­vo com­po­nente al panora­ma del entreten­imien­to y la indus­tria del juego.

Aunque el juego en línea aún carece de una reg­u­lación com­ple­ta, su pop­u­lar­i­dad ha cre­ci­do espe­cial­mente entre los jóvenes, que encuen­tran en las apli­ca­ciones móviles una for­ma ráp­i­da y acce­si­ble de par­tic­i­par. Este fenó­meno ha abier­to el debate sobre la necesi­dad urgente de actu­alizar la leg­is­lación para incluir este seg­men­to dig­i­tal.

Impacto económi­co y social

Más allá de las cifras fis­cales, el juego de apues­tas en Guatemala desem­peña un papel rel­e­vante en la economía nacional. La indus­tria gen­era empleo direc­to en casi­nos, hote­les y salas de juego, así como empleo indi­rec­to en sec­tores como la hostel­ería, la seguri­dad, el trans­porte y los ser­vi­cios financieros.

Los impuestos recau­da­dos se des­ti­nan en parte a pro­gra­mas sociales e infraestruc­turas, lo que otor­ga al sec­tor una fun­ción de redis­tribu­ción que tra­sciende el mero entreten­imien­to. No obstante, tam­bién sur­gen impor­tantes retos. Uno de los prob­le­mas es la com­pe­ten­cia del juego ile­gal. Este juego no es con­tro­la­do por el gob­ier­no y hace que el gob­ier­no cuente con menos ingre­sos. Además, pone en ries­go a los con­sum­i­dores porque no hay con­troles de seguri­dad ni mecan­is­mos de juego respon­s­able.

La Comisión Económi­ca para Améri­ca Lati­na y el Caribe (CEPAL) ha adver­tido de que la fal­ta de reg­u­lación del juego en línea puede derivar en pér­di­das fis­cales sig­ni­fica­ti­vas y en vul­ner­a­bil­i­dades para los jugadores. Sin con­troles ade­cua­dos, las platafor­mas ile­gales pueden facil­i­tar fraudes, prob­le­mas de adic­ción y lava­do de dinero, lo que afec­ta tan­to a la economía como a la con­fi­an­za del con­sum­i­dor.

Desafíos reg­u­la­to­rios

El mar­co legal de 1995 cumplió su fun­ción en un momen­to en que el juego se entendía casi exclu­si­va­mente como una activi­dad pres­en­cial. Sin embar­go, tres décadas después, el entorno ha cam­bi­a­do de man­era rad­i­cal. Hoy en día, el reto de Guatemala con­siste en adap­tar su leg­is­lación para incor­po­rar las apues­tas deporti­vas en línea, los casi­nos dig­i­tales, los fan­ta­sy sports y los jue­gos inter­ac­tivos, que están exper­i­men­tan­do un rápi­do crec­imien­to en la región.

La expe­ri­en­cia de país­es como Méx­i­co y Colom­bia mues­tra que la mod­ern­ización de la reg­u­lación no solo ayu­da a com­bat­ir el juego ile­gal, sino que tam­bién atrae inver­sión extran­jera, fomen­ta el desar­rol­lo tec­nológi­co y con­tribuye a la pro­fe­sion­al­ización de los oper­adores. En Guatemala, avan­zar en esta direc­ción podría atraer cap­i­tal, gener­ar empleo de cal­i­dad y aumen­tar la trans­paren­cia del sec­tor.

Rosa Ochoa

La his­to­ria del juego de apues­tas en Guatemala es la de una indus­tria que pasó de la infor­mal­i­dad a un mar­co reg­u­la­do en la déca­da de los noven­ta y que hoy en día se enfrenta al desafío de dar un nue­vo salto hacia la era dig­i­tal. Su crec­imien­to con­stante y su aporte fis­cal lo con­vierten en un sec­tor rel­e­vante para la economía del país.

Solo con reglas claras, trans­paren­cia y pro­tec­ción al jugador, Guatemala podrá garan­ti­zar un desar­rol­lo sostenible de esta indus­tria y aprovechar al máx­i­mo su poten­cial económi­co y social.

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