Crecimiento del iGaming en El Salvador


Aunque es el país más pequeño de Cen­troaméri­ca, El Sal­vador comien­za a per­fi­larse como un actor rel­e­vante en la indus­tria del juego en Améri­ca Lati­na. En las últi­mas dos décadas, su mer­ca­do ha tran­si­ta­do de una ofer­ta lim­i­ta­da cen­tra­da en sor­te­os estatales a un eco­sis­tema más diver­so, que incluye apues­tas deporti­vas, casi­nos físi­cos, platafor­mas en línea y, más recien­te­mente, opera­ciones vin­cu­ladas al uso de crip­tomonedas.

A medi­da que el con­tex­to region­al impul­sa la dig­i­tal­ización del entreten­imien­to, el país se enfrenta al reto de con­stru­ir un mod­e­lo reg­u­la­do, respon­s­able y atrac­ti­vo para oper­adores nacionales e inter­na­cionales. Este artícu­lo explo­ra los avances, ten­siones y opor­tu­nidades del eco­sis­tema de juego en El Sal­vador, con una mira­da pues­ta en su futuro inmedi­a­to.

His­to­ria reg­u­la­to­ria del juego en El Sal­vador

La his­to­ria reg­u­la­to­ria del juego en El Sal­vador tiene sus raíces en la Lotería Nacional de Benef­i­cen­cia, fun­da­da en 1882. Sin embar­go, el parteaguas mod­er­no llegó en 2002, cuan­do se pro­mul­gó la Ley de Jue­gos de Azar y Apues­tas, que per­mi­tió la aper­tu­ra de casi­nos y salas de apues­tas bajo un esque­ma reg­u­la­do por el Min­is­te­rio de Hacien­da, a través de la Direc­ción de Jue­gos de Azar y Espec­tácu­los Públi­cos.

Economía del juego: ingre­sos, empleo e infor­mal­i­dad

De acuer­do con la Aso­ciación Lati­noamer­i­cana de Jue­gos de Azar (ALAJA), en 2019 el sec­tor aportó aprox­i­mada­mente 50 mil­lones de dólares en ingre­sos fis­cales y gen­eró más de 3,000 empleos direc­tos. Si se con­sid­era el impacto indi­rec­to en tur­is­mo, ser­vi­cios y con­sumo, su peso en la economía nacional es sig­ni­fica­ti­vo.

No obstante, la infor­mal­i­dad con­tinúa sien­do un obstácu­lo impor­tante. En 2020, la Policía Nacional Civ­il cer­ró más de 100 establec­imien­tos clan­des­ti­nos. Estas opera­ciones ile­gales no solo evaden impuestos, sino que tam­bién rep­re­sen­tan un ries­go para los con­sum­i­dores, al care­cer de están­dares de seguri­dad, con­trol de iden­ti­dad o políti­cas de juego respon­s­able.

El auge de las apues­tas deporti­vas

En los últi­mos cin­co años, las apues­tas deporti­vas se han con­sol­i­da­do como el seg­men­to de may­or crec­imien­to den­tro del sec­tor. El fút­bol, como en gran parte de la región, es el deporte más pop­u­lar y el que gen­era may­or interés en las apues­tas.

La Super­in­ten­den­cia Gen­er­al de Elec­t­ri­ci­dad y Tele­co­mu­ni­ca­ciones (SIGET) reportó un aumen­to del 30% en el trá­fi­co de datos móviles vin­cu­la­do a platafor­mas de apues­tas deporti­vas entre 2019 y 2021. Esto con­fir­ma que el mer­ca­do sal­vadoreño, aunque pequeño en tamaño, está cada vez más dig­i­tal­iza­do y recep­ti­vo al juego en tiem­po real, espe­cial­mente entre los jóvenes.

Juego en línea: opor­tu­nidad sin reg­u­lar

La pan­demia de COVID-19 sirvió como acel­er­ador para el juego en línea. Un estu­dio de la Uni­ver­si­dad Cen­troamer­i­cana (UCA) rev­eló que el uso de platafor­mas dig­i­tales de juego cre­ció un 45% entre mar­zo y diciem­bre de 2020. Sin embar­go, la fal­ta de reg­u­lación especí­fi­ca mantiene a estos oper­adores en un lim­bo jurídi­co, donde la pro­tec­ción del con­sum­i­dor, la fis­cal­ización de ingre­sos y la pre­ven­ción de adic­ciones dig­i­tales quedan reza­gadas.

Las autori­dades han comen­za­do a eval­u­ar mar­cos reg­u­la­to­rios com­pa­ra­bles a los de país­es veci­nos, como Colom­bia y Perú, pero aún no existe una leg­is­lación clara que abar­que la operación, fis­cal­ización y super­visión del juego remo­to en El Sal­vador.

Bit­coin y casi­nos: la apues­ta crip­to

Uno de los aspec­tos más inno­vadores —y tam­bién más polémi­cos— es la adop­ción del Bit­coin como mon­e­da de cur­so legal en 2021. Algunos casi­nos sal­vadoreños ya per­miten pagos con crip­tomonedas, lo cual atrae a jugadores inter­na­cionales y locales intere­sa­dos en pri­vaci­dad, veloci­dad de transac­ción y descen­tral­ización.

No obstante, el uso de crip­toac­tivos tam­bién gen­era desafíos: la volatil­i­dad del Bit­coin, la difi­cul­tad para ras­trear transac­ciones y la necesi­dad de garan­ti­zar el cumplim­ien­to de nor­mas con­tra el lava­do de dinero son temas aún no resuel­tos por el reg­u­lador.

Per­spec­ti­vas: crec­imien­to dig­i­tal con visión reg­u­la­to­ria

De cara al futuro, econ­o­mis­tas locales proyectan que el mer­ca­do sal­vadoreño de jue­gos de azar podría cre­cer a una tasa del 15% anu­al durante los próx­i­mos cin­co años, impul­sa­do prin­ci­pal­mente por el juego online y las apues­tas deporti­vas. Pero este crec­imien­to solo será sostenible si se acom­paña de una reg­u­lación clara, inclu­si­va y mod­er­na que fomente la inver­sión, com­bata la ile­gal­i­dad y pri­orice la pro­tec­ción del con­sum­i­dor.

En resumen, El Sal­vador está en un pun­to de inflex­ión. Tiene el poten­cial para con­ver­tirse en un hub region­al de inno­vación en iGam­ing, espe­cial­mente si logra com­bi­nar aper­tu­ra tec­nológ­i­ca, seguri­dad jurídi­ca y respon­s­abil­i­dad social. La coop­eración entre gob­ier­no, oper­adores, tec­nól­o­gos y sociedad civ­il será clave para con­stru­ir una indus­tria robus­ta, éti­ca y alin­ea­da con los están­dares inter­na­cionales del sec­tor del juego.

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